Para que sea flexible, debe trabajar una compleja red de huesos, cartílagos, ligamentos, músculos y tendones.

Quizás, sin motivos aparentes, sin situaciones que supongan la posibilidad de estar frente a una lesión, la rodilla se ve afectada y nos impide el funcionamiento y el traslado normal.

La rodilla es una de las articulaciones más complejas, que nos ayuda a desplazarnos, y es uno de los grandes amortiguadores de nuestro cuerpo. A su vez, es el foco de origen de muchas patologías y, por eso, es imprescindible un buen diagnóstico para su tratamiento.

Esta articulación asume la particularidad de tener una mecánica sumamente fina en su funcionamiento. Por consiguiente, la pueden afectar incluso traumas suaves, directamente sobre ella, o sobre estructuras vecinas. En su movimiento se comporta como una bisagra, que sujeta dos extremos: el fémur, por un lado, y la tibia y el peroné, por el otro.

Asimismo, la rodilla está unida fuertemente por ligamentos que no solo la sujetan, sino que también le dan estabilidad. Podemos decir que los ligamentos son estructuras que sirven de almohadas de las superficies articulares, y que soportan toda la presión a la que está sometida esta articulación. Por otra parte, la rodilla está acompañada por fuertes paquetes de músculos y bolsas serosas, que facilitan el desplazamiento articular.

Cuando hablamos de lesiones que pueden generar molestias y dolor, podemos nombrarlas distensiones ligamentosas y tendinitis. Pueden producirse por un trauma directo sobre estas articulaciones, como un golpe, un mal apoyo, etc. Incluso, llegan a afectar la estabilidad de los tendones, generando la sensación de que la rodilla se “afloja”.

La rodilla también se puede afectar hasta el punto del desgaste. Esto no solo es secuela de la edad, sino que además se produce por estar sometida a traumatismos frecuentes, provocando una artrosis o una osteoartritis.

EJERCICIOS BENEFICIOSOS

Sentarse al borde de una silla. Desde esta posición realice flexión y extensión de rodillas de manera alternada

Acostado boca arriba, con los brazos al costado del cuerpo, elevar una pierna a 90º. Bajar lentamente la pierna estirada y sin flexionar hacia el piso. Repetir el ejercicio con la otra pierna.

Acostado boca arriba, con los brazos al costado del cuerpo, flexionar una pierna acercándola al pecho, Bajar y repetir el ejercicio con la otra pierna.

Acostados y con los brazos estirados a los costados, elevar una pierna hasta formar una ángulo de 45º. Extender todo lo que pueda la rodilla y pierna, para descenderla lentamente, hasta el plano del suelo. Realizar alternadamente con ambas piernas

Acostado boca abajo realiza flexo extensión de rodillas tratando de acercar el talón a los glúteos de manera gradual, si al apoyar la rodilla en el suelo molesta, puede colocar algún elemento blando debajo de ella. Realizar alternadamente con ambas piernas.

Por Marcelo Barroso Griffiths